lunes, 30 de marzo de 2009

La Escuela de Atenas


El papa Julio II eligió a Rafael para decorar la Stanza della Signatura del Vaticano. En cada una de las cuatro paredes encontramos un fresco; uno dedicado a la Teología, otro a la poesía, el tercero al Derecho y la Escuela de Atenas que ilustra la FILOSOFÍA.
En la famosa Escuela de Atenas, Rafael ha introducido la escena en un templo de inspiración romana, enlazando con la idea del templo de la Filosofía evocado por Marsilio Ficino. En las paredes del templo contemplamos las estatuas de Apolo, el dios de la Razón, y Minerva, la diosa de la Sabiduría, así como las bóvedas de casetones y los espacios abiertos que dominan el edificio, creando un singular efecto de perspectiva.
Dos grandes filósofos clásicos presiden el conjunto: Platón, levantando el dedo y sosteniendo el "Timeo", y Aristóteles, tendiendo su brazo hacia adelante con la palma de la mano vuelta hacia el suelo con su "Ética" sujeta en el otro brazo.
A la izquierda encontramos a Sócrates conversando con un grupo de jóvenes en el que se incluye a Alejandro Magno. En primer plano hallamos otro grupo presidido por el matemático Pitágoras; sobre el pedestal se halla el filósofo Epicuro, coronado de pámpanos.

Sentado en los peldaños de la escalinata se sitúa Heráclito, mientras que Diógenes se echa sobre las escaleras. En el grupo de la derecha observamos a Euclides midiendo con un compás, junto a sus discípulos y Ptolomeo con el globo terráqueo, de espaldas. Junto a ellos se aprecia la efigie del propio Rafael dirigiendo su mirada al espectador.
Los diferentes grupos de personajes se ubican de manera simétrica, dejando el espacio central vacío para contemplar mejor a los protagonistas, recortados ante un fondo celeste e iluminados por un potente foco de luz que resalta la monumentalidad de la construcción.

Fuente: ARTEHISTORIA

miércoles, 25 de marzo de 2009

El Renacimiento


Con la llegada del Renacimiento, el foco de atención quedó desplazado, de manera que el objeto de reflexión ya no era Dios, sino el propio ser humano. Asimismo, es preciso tener en cuenta lo que supuso la Reforma protestante de Lutero.

Los nuevos cambios de mentalidad se completaron con la denominada Revolución científica, que transformó la visión del universo desde un punto de vista geocéntrico al heliocentrismo postulado por Copérnico y Galileo.

Las nuevas sociedades demandaban una reflexión política acerca de cómo gobernar los pueblos y mantener los unidos. La política real, pegada a lo cotidiano, tuvo su aproximación de la mano de Nicolás Maquiavelo, quien en su obra El príncipe daba consejos acerca de cómo gobernar un estado y mantener el poder.

Tras todos estos descubrimientos (incluido el de América), inventos como la imprenta y avances de todo tipo, los conocimientos disponibles se transformaron considerablemente. Muchas de las creencias que se tenían hasta entonces se vieron refutadas. Las mentes tuvieron que adaptarse a los nuevos tiempos. Sin duda, con el Renacimiento y la Revolución científica el mundo nunca volvería a ser el mismo. Y las ideas…, tampoco.